Chorizos Receta del Abuelo Reinaldo

Se estaba terminando el siglo XIX y en un barco que había partido de Italia con destino a Argentina, embarcan en el puerto de Roma, dos ciudadanos italianos, oriundos de la ciudad de Nápoles, don Vicente y su esposa Doña Lucia, que antes de arribar al puerto de Buenos Aires se convierten en padres, ya que en el barco nace un niño al que le pusieron de nombre Fabián. Que resultó ser mi abuelo paterno. En este punto, damos comienzo a esta historia.

Vicente y Lucia, traían consigo, como todos los inmigrantes, su idioma, su cultura, su música, sus comidas y sus tradiciones, que se fueron transmitiendo a sus descendientes.

Una de ellas era la “Carneada”.

La carneada es la actividad que en cada Julio (el mes de mayor frio y de fuertes heladas), reunía a toda la familia por un par de días en el campo, para el beneficio de los cerdos, de las reses, con las cuales se iban a elaborar los chorizos, salamines, morcillas, jamones, pancetas, tocinos, el queso de chancho, las bondiolas, etc. para las cuales se utilizaban recetas que se iban transmitiendo de generación en generación, y que eran guardadas bajo llave.

Estas jornadas eran una verdadera fiesta familiar, alrededor de un fogón, en donde se comenzaba a las 4:00 de la mañana (con toda la escarcha) y culminaban a las 09:00 – 10:00 de la noche.

De niño, ya era un activo participante en estas carneadas familiares. Cada uno tenía un trabajo. Esto era de acuerdo a la edad, el sexo y las habilidades. Por ejemplo, mi primer trabajo en las carneadas fue colaborar en la mezcla de la carne, luego pase a dar vuelta la manija de la picadora de carne, posteriormente a cortar en daditos el tocino para los salamines y así fui creciendo y aprendiendo esta actividad familiar.

El tiempo pasó, nos casamos con Adriana, tuvimos a nuestros hijos, y las “Carneadas” en familia seguían, siendo mi padre (Reinaldo), el líder de la actividad y dueño de las recetas de los embutidos y demás productos que disfrutábamos hasta la próxima “Carneada”.

Los años siguieron pasando, cada uno de la familia fue teniendo su ocupación y sus compromisos, ya todos vivíamos  en la ciudad, con lo cual empezó a dificultarse mantener esta actividad tradicional, y la discontinuamos. A partir de allí cada vez que queríamos comer un producto de esta naturaleza, debíamos recurrir a las carnicerías y/o a los mercados.

En general, los sábados por la noche, acostumbrábamos a reunirnos con mis padres a cenar, a veces en su casa y otras veces en la nuestra. A veces solos y otras veces con mis hermanos. Rutina familiar.

Un sábado de esos, qué nos reuníamos en nuestra casa, había preparado una parrillada con chinchulines, chorizos, morcillas, un asado de tira y un matambre (corte que a mi padre le gustaba mucho). Todo comprado en el mercado. En el momento que sirvo los chorizos y los empezamos a degustar, mis hijos dicen: “Nosotros queremos los chorizos con la receta del abuelo Reinaldo”.

Y entre vino y vino y discusión sobre política (que nunca faltó: ni el vino, ni la discusión, en una mesa familiar) a pesar de las quejas de mi madre y de mi señora, surgió la idea.: Vamos a fabricar nuestros chorizos en pequeñas cantidades, ya no beneficiando animales, sino comprando la carne trozada.   Y desde esa noche quedo “Chorizos Receta del Abuelo Reinaldo”.

Me llena de satisfacción el saber que una receta familiar y que viene, porque no decirlo, de tal vez más de un siglo, es la que utilizamos para la elaboración de los chorizos Fundo Noemiro “Receta del Abuelo Reinaldo” y que son como dice mi amigo Christian “Un éxito total”

Les mando un fuerte abrazo

Hasta la próxima entrega

Reinaldo

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